El año pasado hubo una estampida de empresas que se fueron de Colombia, algunos porque se quebraron debido a los efectos de la pandemia y otras claramente se asustaron debido a la cláusula Petro: cito algunos: Unilever Colombia 15.000 empleados en la calle, Justo & Bueno 5.300 empleados directos despedidos, Shopee Colombia 3.000 empleados la mayoría en Antioquia, la constructora Conhime S.A.S 7.000 obreros por fuera; por citar solamente los más notorios.
En este 2023 el calvario de los cierres siguió adelante, aunque la disculpa Petro ya no tiene cabida empresarial. Tenemos: La compañía petrolera Parex Resources de Canadá dejó en la calle la semana pasada a 650 ingenieros sin contar técnicos, administrativos etc.…, la pollería La Cósmica, uno de los lugares con más tradición en Bogotá 1.210 empleados directos despedidos, la compañía de domicilios Jokr 3.800 personas noqueadas la mayoría venezolanas de Medellín y de Bogotá, Café del Mar en Cartagena 400 empleados, la Aerolínea Viva Air con 6.500 personas cesantes, Aéropostale, Ripley, Gap, Banana Republic, Dr. Martens y un largo etc…
En 2022 se registró la existencia de 5,4 millones de micro, pequeñas y medianas empresas en Colombia. El DANE estima que estas empresas representan 90 % del sector productivo total del país, pero la Superfinanciera acabo de decir que esas MiPymes tienen poca oferta crediticia y altos costos en los intereses, el 62% no tiene acceso a financiamiento y les toca acceder a los gota-gota con la mafia. También hay un retroceso en el desempeño de los sectores de extracción energética, construcción civil y transporte terrestre de carga.
El motivo crudo es que Colombia dejó de ser atractivo para la inversión extranjera, la carga tributaria es demasiado alta. Sumando todos los impuestos – nacionales y locales– una empresa paga en Colombia una tasa del 75,4 % sobre la utilidad neta. El país debería buscar atractivos para retener a las industrias que ya están y conquistar a nuevos porque ninguna política funciona ni funcionara si no hay empleo.